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Galeria Carlos Orozco

Updated: 3 days ago

Sobre el diálogo entre prácticas: ¿Cómo conciben ambos artistas la noción de

“correspondencia” en términos formales y conceptuales, y de qué manera este diálogo transforma la comprensión del territorio fronterizo como un espacio vivo de intercambio simbólico?


La exposición fue concebida como un diálogo donde los artistas encontraron ciertos puntos de interés. Desde la parte formal está el interés por transformar aquellos materiales que tienen un fin principalmente transaccional como los billetes, las monedas, las estampillas y el petróleo, los cuales en la cotidianidad carecen de cualquier valor estético aparente, para transformarlos en objetos que suscitan otro tipo de reflexiones como el valor simbólico que contienen en si mismos, por su poder social, e histórico, o por las problemáticas que señalan o simplemente el hecho de convertirlos en piezas que resignifican su valor tradicional. Conceptualmente, estos dos artistas tienen intereses diversos. En el caso de Didier Bedoya, su práctica artística se alberga en la experiencia personal de vida y lo que vivió en Venezuela como migrante desde una temprana edad, llevándolo a ser parte de la periferia que hoy viven cientos de seres que buscan encontrar una mejor vida. En el caso de Felipe Bonilla, hay un interés en cambiarle el valor intrínseco que tienen ciertos objetos. Sin embargo, más que querer transformar la comprensión del territorio fronterizo, la muestra evidencia que hay situaciones sociales complejas que se pueden señalar desde una postura visualmente poética, y que, por supuesto, se enriquece con los múltiples intercambios culturales que acontecen en estas zonas.


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Materialidades y Capital simbólico: ¿Cómo esperan que el público interprete esta mutación de capital funcional a capital simbólico, y qué tensiones buscan evidenciar entre economía, memoria y arte?


Más que esperar que el espectador haga una re-interpretación sobre la mutabilidad del capital funcional a un capital simbólico, lo que espera esta muestra es evidenciar las posibilidades del mismo material y que el arte en sí, permite una versatilidad en ellos que muchas veces no es concibido, llevando al espectador a reflexionar no sólo sobre la materialidad si no a la vez sobre los señalamientos importantes que los artistas hacen, como en el caso de Felipe, quien a través del dibujo de una mazorca, (que es realizado con la raspadura de las monedas de 50, 100 y 200 pesos colombianos), evidencia cómo el mismo alimento que alguna vez en el pasado (tiempos precoloniales), fue entendida como moneda de cambio, hoy es comprendida como algo totalmente distinto y carente de valor económico. O como también ocurre con las chalanas (Ferrys) pintadas por Didier que están hechas con el polvo de óxido de las mismas embarcaciones y que aluden a aquellos vehículos que fueron determinantes en la construcción del intercambio económico en el territorio fronterizo de Colombia y Venezuela.


Respecto a las tensiones hay una pieza que me parece que de una manera clara y contundente hace un señalamiento importante sobre aquellas circunstancias, y que sin duda, procura reflexiones sobre el capital económico, la memoria y el papel que juega el arte al evidenciar aquellas problemáticas latentes.  Esta pieza se llama "El valor del papel" y es una pieza hecha a cuatro manos, y consta de una pila de billetes de bolívares venezolanos que Felipe le entrega a Didier, para que él la intervenga. Didier toma unos pequeños barriles que están hechos de una mezcla de resina y petróleo y los derrite sobre la pila de billetes, evocando las problemáticas socioeconómicas que Venezuela sufre a pesar de ser un país rico en recursos fósiles.


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Percepción pública y fronteras: La frontera colombo-venezolana suele ser narrada desde el conflicto, la crisis o la ilegalidad.

¿De qué manera la exposición invita al público a reconsiderar estas percepciones y a entender el territorio desde una perspectiva más matizada, histórica y humana?


Creo que la crisis se narra de muchas maneras, y esta exposición desde el punto de vista de la obra de Didier Bedoya hace un señalamiento claro y contundente sobre el conflicto que vive la frontera, sin pretender matizarla o maquillarla. Sin embargo, no lo narra desde un lugar violento o lúgubre, sino desde la experiencia humana propia, desde el mismo territorio físico, que son los mapas que Didier construye con las estampillas de los Estados Unidos de Venezuela, desde los objetos que protagonizan sus pinturas (los ferrys de la ruta meta orinoco), que sin duda ayudan a entender el conflicto desde la perspectiva histórica y social. 


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Narrativas personales en un paisaje común: Aunque los artistas parten de experiencias personales disímiles, convergen en la fragilidad de los sistemas económicos contemporáneos. ¿Cómo dialogan estas narrativas individuales dentro del espacio expositivo y qué aportan a la construcción de un relato colectivo sobre migración, intercambio y transformación?


La exposición tiene puntos de encuentro como lo mencioné al principio. Por una parte está la materialidad y el hecho de que ambos artistas utilizan materiales poco convencionales para realizar obras de arte y tratar temas que les interesan (la situación de quienes habitan la frontera colombo-venezolana en el caso de Didier, y la transformación del valor conferido a los objetos transaccionales que trabaja Felipe). Por otro lado, está el hecho de que los dos artistas tuvieron experiencias en Venezuela (en diferentes tiempos y con diferentes impactos e intensidades) que fueron determinantes para su práctica artística. El encuentro se empieza a dar cuando en charlas con Didier, él me comenta que quiere hablar de las rutas que se desarrollaron para el intercambio comercial entre los dos país por el rio Orinoco, y paralelamente hablo con Felipe y él me muestra una pieza realizada a partir de monedas, que es una suerte de mazorca hecah de las monedas talladas, y me habla de las rutas de intercambio económico que existian en tiempos precoloniales. Ahí empiezo a construir el relato desde entender los materiales como los protagonistas del intercambio y de la mutación. Y que de alguna manera los dos hablan del territorio en diferentes tiempos históricos.


Curaduría y responsabilidad cultural: La geografía opera como metáfora de resonancia y memoria. ¿Cuál considera que es la responsabilidad del arte contemporáneo —y de exposiciones como ésta— en visibilizar dinámicas económicas y sociales que suelen quedar relegadas del imaginario cultural?


Desde el punto de vista curatorial, la exposición está más interesada en resaltar cómo el arte a partir de la mutación de un material puede sugerir lecturas múltiples que están sujetas a ser transformadas de acuerdo a cada observador.


Respecto a la responsabilidad del arte contemporáneo, creo que todo el arte ha tenido la responsabilidad de comunicar, señalar y evidenciar situaciones o problemáticas que no siempre son visibles, y que en muchas circunstancias ni siquiera son habladas. Esta exposición visibiliza dinámicas sociales, históricas, estéticas y por supuesto sociales, que sin duda son importantes visitarlas y comprenderlas, desde todas las latitudes. Comprendiendo que los constructos culturales no son ailados a todos los otros dominios que componen una sociedad.

 
 
 

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